viernes. 26.04.2024
OPINIóN

Notas desde la barrera. Capítulo IV: (Poco) Pan y (mucho) Circo

Cuentan que en 1453 se celebraba en Constantinopla un importante concilio donde muchos hombres de Dios discutían el no menos importante tema del sexo de los Ángeles. Los turcos de Mehmed II sitiaban la ciudad con un ejército de 100.000 hombres, pero eso no inmutaba a estos santos varones, ocupados como estaban en sus debates y convencidos de que el poder del Altísimo les protegería. Como era de esperar, el 29 de mayo los jenízaros del Sultán atravesaron las murallas, y naturalmente todos los participantes en el Sínodo fueron masacrados. Desde entonces, a toda discusión sobre temas sin importancia se la denomina "bizantina".

Narro esta historia para que vean que lo que en la actualidad se ha dado en llamar "postureo" no es ni mucho menos reciente, aunque es ahora cuando está alcanzando niveles estratosféricos. Sobre todo entre políticos. Se va a la apariencia antes que a la sustancia, a hacer gestos cara a la galería antes que a solucionar lo que importa a la gente. Y se hace sin ningún rubor, convencidos como están de que lo que les interesa a ellos es lo que le interesa a los ciudadanos. No es de extrañar que muchos de los que debieran votarles sientan desapego de la política y de los políticos. De todos los políticos.

"Postureo" es, por ejemplo, que la campaña electoral de Cataluña se haya convertido en una eterna discusión sobre algo que se afirma que nunca ocurrirá. El llamado bloque constitucionalista niega que Cataluña pueda independizarse puesto que la Ley lo impide, y sin embargo todo gira en torno a qué pasará cuando eso suceda. Si no puede producirse, ¿por qué se ponen sobre la mesa ventajas e inconvenientes de que se produzca?. Y si puede producirse, ¿por qué se dice que es imposible?. Al final de todo este galimatías, lo que queda es que nadie habla de paro, de crisis o de las dificultades de la gente, temas que estoy seguro de que a la ciudadanía sensata le interesan mucho más.

"Postureo" es, por ejemplo, que esa misma campaña electoral se haya convertido en un cúmulo de números circenses a cual más absurdo. Iceta baila una canción de Queen, Artur Mas habla en sioux, Pablo Iglesias le responde en comanche y canta una canción de Javier Krahe y una candidata llama gilipollas a una simpatizante que la jalea. No me extrañaría nada que se organizara un debate de última hora en el que los candidatos se interpelasen a través de los muñegotes del WhatsApp. Y es que todo esto está muy bien para una serie de humor, pero desde luego no anima a confiar en que los protagonistas de espectáculos tan lamentables estén capacitados para solucionar los problemas diarios de aquellos que tienen que votarles.

"Postureo" es, por ejemplo, que la candidatura favorita para ganar en esas elecciones no tenga ningún rubor en falsear la Historia con tal de legitimar su objetivo. O que diga cosas tan delirantes como que en una Cataluña independiente las abuelas volverán a ser abuelas, como si ahora fueran otra cosa. O que secuestren para sus intereses particulares una fiesta que pertenece a todos los catalanes. Porque pretender vengar la derrota de 1714, al igual que cierta izquierda actual quiere vengar la derrota de 1939, no conduce a la solución de los problemas que acucian a los ciudadanos de ahora, más preocupados en salir adelante dignamente que de los duelos de salón, los desbarres y las ansias de venganza histórica de aquellos que dicen querer ser sus representantes.

Y "postureo" es, por ejemplo, que en Valdepeñas se celebre un pleno extraordinario para pedir a los catalanes que no se vayan. ¿De verdad creen nuestros políticos locales que servirá para algo?. Puede que alguno haya tenido sueños húmedos imaginando a Mas corriendo desaforadamente mientras gritaba "paren todo el procès, que Valdepeñas no nos apoya", pero la dura realidad es que se ha tirado a la basura dinero público para hacer algo perfectamente inútil. Un dinero que habría venido muy bien para paliar alguna de las preocupaciones que tienen nuestros vecinos, preocupaciones que ellos se empeñan a veces en no ver.

En 1453 los participantes de aquel Concilio murieron por mantener discusiones bizantinas mientras lo importante pasaba ante ellos sin que fueran capaces de verlo. Puede que en un futuro muchos de los políticos que ahora están absortos en sus discusiones bizantinas sean arrastrados por la ola de indignación de aquellos que se están dando cuenta de que sus problemas no importan a los que deben solucionárselos. Puede que entonces se lamenten de haberse tirado tanto tiempo hablando del sexo de los Ángeles en lugar de haberse dedicado a trabajar más y a hacer menos "postureo".

Notas desde la barrera. Capítulo IV: (Poco) Pan y (mucho) Circo