“Después de un 9-N sin consulta, habrá que hacer frente a sentimientos nuevos que se expresarán en Cataluña: frustración, enojo, desánimo, resistencia incluso; también, esperanza y alivio. Son sentimientos que afectarán a todas las dimensiones de la vida social, no solo a la política, y cuyos efectos se notarán no solo en Cataluña sino en el conjunto de España. Nuestra obligación colectiva es conocerlos y atenderlos para que no dañen el sistema de convivencia y bienestar que la Constitución diseñó”.
No es ético ni eficaz, que aquellos sectores de la sociedad que se tomaron a chunga el proceso constituyente, ahora se presenten como defensores a ultranza de la Constitución. Tanto que no quieren ni hablar de tocarla. Nosotros desde aquí decimos que hace falta tocarla, en el aspecto autonómico, y en otros muchos aspectos de la política actual. Si no la actualizamos se nos muere.
“Habrá que hacer frente, a los numerosos síntomas de que son muy reales las disfunciones, insuficiencias y obsolescencias del sistema político que inició la Constitución: tiene una crisis de crecimiento que también hay que conocer y atender.
En medio del silencio general, el Partido Socialista viene insistiendo desde hace meses y meses que la respuesta a nuestros problemas esenciales, incluida la articulación de Cataluña, hay que encontrarla en una reforma pactada de la Constitución. Y creemos que hay razones y oportunidades para hacerlo”.
No son menos patrióticos los líderes de los tres principales partidos británicos, cuando se han unido, por iniciativa del presidente del Gobierno, han decidido una estrategia común, y se han ido juntos a Escocia a decirles: os queremos, queremos que estéis en el Reino Unido, queremos que os sintáis a gusto: Nosotros estaremos más a gusto si estáis con nosotros. Si votáis NO a la separación, al día siguiente estaremos sentados estudiando un mejor encaje en esta Unión. Y votaron NO.
“Es verdad que hay quien se crispa ante la idea de que esa reforma se hace por y para Cataluña. Si así fuese, también estaría justificada, siempre que no produjese agravios o discriminaciones, porque el Partido Socialista no concibe, ni quiere, una España sin Cataluña y tampoco una Cataluña en España con sensación de incomodidad, de incomprensión, de insatisfacción.