jueves. 25.04.2024

Aun así, en lo que sigue voy a intentar hacer un análisis más o menos sosegado de los resultados obtenidos en nuestra querida Valdepeñas, nutriéndolo de los datos objetivos, de las opiniones e ideas de unos y otros que encuentro en las redes sociales, y de alguna opinión personal, que intentaré (inútilmente) que sea bastante aséptica.

quo vadis valdepeñas 2 (Copiar)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A la luz del escrutinio no hay duda. El PSOE ha ganado con mucha holgura con respecto al segundo partido, el PP, si bien ha perdido unos 600 votos respecto a 2011. Pero retiene la mayoría absoluta, que es lo que importa. Por tanto, el actual Alcalde-Presidente, D. Jesús Martín, seguirá siéndolo y es el gran triunfador de las elecciones.

Hay que reconocer el mérito del  Presidente-Alcalde y su capacidad para llegar a su electorado objetivo y convencerles de su proyecto. En ese sentido, comienzo a pensar que es, a día de hoy, invencible en nuestra ciudad. Su carisma, su inteligencia política, su capacidad verbal, incluso el sello personal que imprime en sus apariciones públicas y mediáticas, juegan a su favor. Y hay que quitarse el sombrero. Frente a esas fortalezas que atesora, poco han contado sus debilidades, tales como su escasa capacidad de diálogo, su pobre disponibilidad al consenso, una cierta dosis de arrogancia en su discurso, el cisma con respecto a la mitad de su partido, y su gestión económica sobre la que planean ciertas dudas (para subsanar esto ha sido suficiente publicar un panfleto donde se hacen ciertos malabarismos estadísticos al borde de la falacia, como en otra colaboración advertí hace un par de semanas: equivocar las cifras de población, apuntar unos misteriosos resultados de deuda municipal -sin citar la fuente- que no guardan coherencia con los datos oficiales del Ministerio de Hacienda, o inventar una nueva definición de "Población Activa" mucho más laxa que la del INE o Eurostat; en lugar de enfrentarse cara a cara al aumento en el número de parados registrados y al descenso de las cotizaciones a la Seguridad Social en estos cuatro años). Nada que no se pueda solucionar con unos bonitos maceteros verdes y unas tinajas espectacularmente iluminadas. En definitiva, D. Jesús es un ilusionista, en casi todas las acepciones, positivas y no tan positivas, que pueda tener el término.

Aunque personalmente a uno no le guste esta forma de hacer política, hay que respetarla por el simple hecho de que sí le agrada a muchos ciudadanos, y no siempre tenemos por qué llevar la razón. Así que enhorabuena a nuestro Alcalde-Presidente. Eso sí, parece ser que ha afirmado (Onda Cero dixit) que, a pesar de la pérdida de votos que ha sufrido, él no piensa cambiar en su forma de gobernar. Así que digo yo que por qué no ahorrarse los plenos municipales y regir nuestros destinos directamente por decreto. Total...

A parte de los méritos propios de nuestro Presidente-Alcalde, yo creo que su victoria se debe esta vez también a los deméritos de los contrincantes. Y eso lo intuyo por un dato puramente objetivo: el 52.4% de los vecinos que se acercaron a las urnas a decidir su futuro, votaron a fuerzas diferentes al PSOE; frente al 45.2% que sí lo hicieron. Y aun así, la Ley Electoral dotó a nuestro Alcalde-Presidente, lícitamente, de una nueva mayoría absoluta. A esta perspectiva me voy a dedicar el resto de este post.

Antes de comenzar a repartir deméritos, es de justicia dar la enhorabuena a los otros vencedores de la jornada electoral. Se trata de IU-Ganemos, la única formación que ha incrementado el número de sus concejales, pasando de 1 a 3. Hay quien dice que este aumento de concejales se debe a que la gente de Podemos, al no concurrir su propio partido a las elecciones, optaron por votar a lo más parecido. Otros dicen que se han llevado los votos que ha perdido el PSOE. También puede ser el efecto de utilizar una marca más general, "Ganemos", aunque creo que en los comicios municipales de una ciudad pequeña todo el mundo se conoce y el efecto no debe haber sido mayúsculo. O simplemente, hay que reconocer que la constancia y la proactividad como oposición de Gregorio Sánchez Yébenes ha tenido su recompensa. Sea como fuere, hay que darles la enhorabuena sin ninguna objeción. Se lo han trabajado y han jugado bien sus cartas. Y su mérito es mayor aun cuando, en general, IU se ha hundido hasta la marginalidad en la mayor parte de los municipios y autonomías españolas.

Ahora sí, repartamos deméritos.

El gran fracaso, una vez más, ha sido el del PP de Valdepeñas, en consonancia con lo que ha ocurrido en el resto de España. Por cierto, que esto le ha valido al presidente de la agrupación local, D. Antonio de la Torre, para lanzar balones fuera (nunca mejor dicho, dada su actividad profesional), alegando que su mal resultado se debe en gran parte a las "circunstancias de la política nacional. En fin, no hay más ciego que el que no quiere ver. Por lo que he leído en las redes sociales, y por lo que a veces he oído decir off-the-record a gente afín a su formación política, el mayor estigma que tiene el partido en Valdepeñas es, precisamente, él mismo, de la Torre, y lo que representa. Pero ahora volveré con este tema.

Hace unos minutos he oído en Onda Cero unas declaraciones de D. Juan Vicente Herrera, en un alegato valiente y claro (que suena a despedida del escenario político) decir algunas verdades como puños sobre el batacazo de su partido. Ha dicho que a veces lo que hace que el desastre se precipite son cosas tan sencillas como la falta de simpatía, la arrogancia, la falta de conexión con el ciudadano, la mala comunicación... Pues, personalmente, pienso que a nivel local ocurre esto. Por supuesto que no en todo el equipo del PP de Valdepeñas; pero sí, tal vez, en su cabeza visible.

Obviamente no me refiero al candidato a la alcaldía, D. Martín Miguel Rubio. Este señor, al que no conozco mucho (como no lo conocían mucho numerosos valdepeñeros, y ese ha sido quizá uno de sus handicaps), bastante ha hecho con dar el paso al frente y aceptar el regalo envenenado de una candidatura en un contexto insoportable. Yo, si fuera del PP, le daría las gracias por haber hecho lo que buenamente ha podido.

De quien hablo, como ya antes he mencionado, es del Presidente del PP valdepeñero. Es estadísticamente curiosa la correlación que existe entre el grado de protagonismo que D. Antonio de la Torre tiene en su partido, y lo mal que al PP le va en las municipales. Yo no voy a entrar en hablar de lo que desconozco; pero eso es una evidencia empírica. Lo que sí puedo recordar de motu propio son los tensos plenos de hace ya bastantes años retransmitidos por la televisión local, cuando D. Antonio era el portavoz del grupo municipal en el Ayuntamiento, y las sesiones consistían en un tiroteo continuo entre D. Jesús Martín y él, en una actitud por parte de ambos bochornosa a razón de que este fuego cruzado trascendía de los intereses de nuestra ciudad para quedarse en un duelo algo maleducado y personal, que me recordaba a las viejas disputas entre familias de los pequeños pueblos, tipo "Cañas y Barro", y cosas así. Yo, entonces, lo comentaba con mi padre: "Lo mejor que le podría pasar al pueblo es que estos dos señores se fueran de la política de Valdepeñas." Muchos años después, la situación sigue igual; aunque mientras D. Jesús, nuestro Presidente-Alcalde, puede hablar con la vehemencia que el poder le otorga; ese odio político mal disimulado que D. Antonio muestra hacia su eterno adversario resulta desalentador... y muy, muy aburrido. Este señor, que volvió hace poco a tomar las riendas del PP valdepeñero por el sistema "digital" (a dedo, de la mano de Carlos Cotillas), sistema tan de las cúpulas de su partido; representa al PP que creo que no atrae a la gente: el de la arrogancia, el enfrentamiento continuo, y la falta de humildad y moderación. Yo mantengo aún la vana esperanza de que este partido abra de una vez bien las ventanas, rompa con ese pasado irritado e irascible que representa su actual Presidente, y cuide (¡cuide!) y abra paso a la gente amable, formada y moderada que aún queda en su seno.

Y ahora vamos a por el demérito del resto de fuerzas políticas que se han presentado a las elecciones. Me refiero a las fuerzas que, haciendo acopio de la terminología actual, aglutinan "la tercera vía". Partidos relativamente jóvenes, con una carga grande de valores, más que de ideologías; moderados y, en teoría, pragmáticos.

Para mí ha sido un demérito conjunto. Haciendo cálculos elementales, cabe decir que simplemente habiendo acudido a las urnas conjuntamente Ciudadanos y UPyD, hubieran conseguido sobrepasar el umbral mínimo de porcentaje de votos para obtener concejal, ese concejal que hubiera dejado al PSOE con diez y hubiera privado a nuestro Alcalde-Presidente de una nueva mayoría absoluta. Pero rememorando de este modo a las taifas, 855 votos de ciudadanos valdepeñeros buscando moderación y algo diferente han ido directamente a la basura. Es lícito que cada uno quiera presentarse con sus propias siglas y su propio proyecto; pero también es lícito recordar que a veces hay que dejar pequeñas o medianas diferencias a un lado y centrarse en los grandes puntos en común para llegar a algo tangible.

Y en el mismo saco hay que meter a UCIN. Yo confieso haber seguido a UCIN con interés ya en varias legislaturas, al ser lo que más se aproximaba a mi idea de gestión municipal: una opción con fuerte vocación ciudadana, libre de ideologías taxativas (que no de valores) y con alta carga de sentido común. Este interés se incrementó cuando en las Europeas se presentó en comandita con Ciudadanos (aún recuerdo el excelente mitin de Girauta en el Hotel Veracruz), una formación que, si me ha gustado por algo, ha sido porque la he percibido con esas mismas características que acabo de mencionar. Y así creía yo, en mi inocencia, que el curso natural de los acontecimientos llevaría a UCIN y a C's a ser la misma cosa, o al menos a cooperar en un proyecto común para obtener una representación que contribuyese a dotar de algo de cordura a los ayuntamientos. Porque a pesar suyo (de ambas formaciones), se parecen mucho. Pero no, de repente me enteré que sus "negociaciones" se habían roto y que, por lo que pude escudriñar en las redes sociales, ese entendimiento dio paso, al menos en Ciudad Real capital, a un crudo enfrentamiento. Qué cainitas somos los españoles.

En definitiva, una vez más la falta de entendimiento, la falta de visión con perspectiva, la falta de cierta cultura del pacto, la falta de generosidad, han tenido como consecuencia para esta "tercera vía" quedarse en tierra de nadie, cuando el juego estaba en sus manos. UCIN ha perdido el tercer concejal que, ante las papeletas mojadas de C's y UPyD, fue a parar a la cosecha de un agradecido Jesús Martín, nuestro Presidente-Alcalde, que seguirá rigiendo nuestros destinos municipales con esa humildad que lo caracteriza.

Y por último, para cerrar esta colaboración, es necesario hacer mención de la pobre participación del electorado en las elecciones del domingo. Prácticamente 1 de cada 3 electores se quedaron en casa, se fueron al campo, a tomar unos vinos, o a lo que les fuera menester. Aunque ya se ha dicho mucho, no por ello deja de ser cierto: esa es una actitud que, salvo fuerza mayor, es irresponsable. Porque al menos, si uno no se siente representado por ninguna opción política, queda el recurso al voto en blanco, voto que contiene un mensaje muy bien definido: no me gustáis. Pero no ir a votar debería suponer, al menos en el fuero interno de cada cual, el tener claro que éticamente no se está en condiciones de quejarse ni de exigir nada con posterioridad. Es paradójico como hoy en día muchos movimientos populares y populistas hablan de la necesidad de incrementar la participación ciudadana en la gestión municipal (y pública en general); cuando en realidad es muy grande la cantidad de gente incapaz de perder un cuarto de hora cada cuatro años para decir qué espera de los que están en condiciones de gestionar los servicios más cercanos a cada uno, que son los municipales. Y luego, esta gente será capaz de lamentarse... hasta con amargura.

En definitiva, cuando en España se habla de terremoto político, en nuestra Valdepeñas seguimos igual. Como si fuéramos la Ciudad Eterna, Roma, regida por el inmortal César. Como si fuéramos la Serenísima, Venecia, regida por un rutilante Dogo de Ca'Foscari.

Quo Vadis, Valdepeñas?