domingo. 28.04.2024
Opinión

Las Rosas y el Péndulo

Hace unos días leí en el diario digital ADValdepeñas un artículo de opinión del Secretario General de la UJCE (juventudes comunistas) en homenaje a las "trece rosas", fusiladas el 5 de agosto de 1939 en una tapia del cementerio de la Almudena de Madrid. Como no puede ser de otra manera, personalmente condeno este asesinato desde el convencimiento de que nadie tiene la potestad de privar a un semejante de su derecho a la vida, y menos aún por nada relacionado con la libertad de pensamiento de cada uno. Mi reconocimiento a estas trece mujeres que murieron injustamente en un período muy oscuro de nuestra Historia.

 

monjas guerra civil (Copiar)

Dicho esto, he de confesar que ese artículo, a partir de lo que en él se dice ajeno al estricto homenaje a una serie de mujeres injustamente asesinadas, me ha hecho reflexionar sobre la naturaleza pendular de nuestra España, y lo nocivo de tal naturaleza. Y es que, como de costumbre, en nuestro país se aprovecha la mínima ocasión, hasta en los temas más delicados, para demostrar que, lo que en cualquier otro país con una sólida democracia es la sana rivalidad política, aquí se convierte en frentismo y trinchera. Frentismo y trinchera que llevan a lo que acabo de denominar "carácter pendular", y que intentaré explicar.

Un péndulo se caracteriza por el movimiento alternativo a un extremo y al otro del arco que forma su propio movimiento en torno a un origen. Sólo con este símil me explico el comportamiento de la Sociedad española en términos del reconocimiento de su propia realidad. Porque, en mi opinión, es un hecho contrastable que el péndulo ha pasado, en lo que a la interpretación de los aconteceres más oscuros de nuestra Historia se refiere, de un extremo, en el que permaneció 40 años al dictado del franquismo; al otro, en el que una izquierda radicalizada que cree siempre poseer una suerte de superioridad moral que le permite decidir lo que fue y lo que no, lo que merece ser tenido en cuenta y lo que no, lo que es moralmente aceptable y lo que es éticamente miserable; una izquierda, digo, ha tomado la iniciativa para que se reconozca únicamente la realidad de las víctimas del bando perdedor (lo cual es una paradoja, porque en una guerra entre hermanos todos pierden) en la cruenta y estúpida guerra in-civil, aferrándose a leyes tan sectarias como la de la "Memoria Histórica" impulsada por el desastroso gobierno de Rodríguez Zapatero, empeñado en reabrir trincheras en lugar de fosas.

Quiero aclarar que yo soy firme partidario de una verdadera Ley de Memoria Histórica, cuyo único (y fundamental) objetivo sea tratar de recuperar la dignidad que las víctimas del desastre perdieron en esa marea de locura colectiva y crueldad sin límites. Todas las víctimas. Las que fueron abatidas en las cunetas y tapias de los cementerios controlados por el bando "azul"; pero también las que fueron exterminadas en conventos por el único hecho de mantener sus creencias religiosas, o las que fueron ejecutadas de modo sumarísimo y amontonadas en fosas comunes en lugares como Paracuellos del Jarama por el bando "rojo". Porque, aunque pueda sorprenderle a la progresía amparada por el juicio parcial y subjetivo de Zapatero y similares, eso también ocurrió, y está documentado. Incluidos los asesinatos y ejecuciones en nuestra propia ciudad de Valdepeñas, que nunca estuvo en primera línea de combate, pero sí bajo el puño de hierro del citado (en el artículo del Secretario General de la UJCE) Félix Torres.

Sí. Yo soy partidario de una Ley de Memoria Histórica en la que se dejen a un lado el revanchismo y los bandos, y que sirva para cavar en cunetas, fosas comunes y donde haga falta para devolver a cuantas familias se pueda lo que un día les fue arrebatado por el fanatismo de unos y otros: los restos de sus seres queridos y, sobre todo, su dignidad y su duelo. Una Ley para que los que perdieron a sus familiares en la locura colectiva a uno y otro lado de la trinchera (a veces por algo tan espurio como la zona de España donde les tocó vivir), puedan mirarse a la cara, darse mutuamente el pésame y un abrazo, y comprender que ninguna de esas atrocidades mereció la pena.

En cambio, no soy partidario de una Ley cuya verdadera intención sea cavar de nuevo trincheras que nos separen, reinterpretando de un modo sesgado y simplista nuestro pasado más terrible.

Porque lo que percibo en esta reinterpretación auspiciada por la infalible izquierda reaccionaria es precisamente un relato simplista (y eso lleva al populismo, o mejor dicho, al frente-populismo) de los hechos, según el cual toda la crueldad y la infamia de la maldita guerra se concentró perversamente en las filas del bando sublevado, y en la posterior represión a la que sometió a los perdedores. Me pregunto, sin ánimo de justificar nada sino desolado por la respuesta evidente, si esa crueldad e infamia en la post-guerra no se hubieran abierto paso en el bando republicano, de haber sido el vencedor.

Desde luego, y que quede bien claro, el golpe militar liderado por el general Franco y compañía, bajo mi punto de vista, no fue una solución; sino un problema añadido a la situación que atravesaba España. No seré yo el que justifique jamás el levantamiento en armas de nadie para intentar solucionar los problemas de su país. Pero una vez la guerra prendió, y los motivos son tantos y tan diversos que sospecho que hay que leer mucho para llegar a entenderlos, me temo que en todos sitios cocieron habas, y la sinrazón no fue por barrios; sino que fue generalizada.

"El terror de la guerra prendió de tal forma en la población civil que muchos españoles consiguieron en esos días ejecutar las venganzas que habían gestado durante demasiados años en la oscuridad de sus mentes. En cada ciudad, en cada pueblo, los partidarios de uno y otro aprovecharon el río revuelto de la guerra para saldar viejas cuentas". No lo digo yo, sino el Catedrático de Historia Contemporánea Fernando García de Cortázar, que algo de esto sabe.

Y así, efectivamente, como dice García de Cortázar, en Salamanca, Burgos, Granada, Valladolid, Badajoz... el ejército franquista y los suyos entraron en la vorágine de los fusilamientos y "paseos" de maestros, personas de izquierda, obreros, campesinos, o inclusos poetas como Federico García Lorca.

Pero no es menos cierto, y así lo atestigua García de Cortázar, que en la zona de dominio republicano, religiosos, empresarios, burgueses, personalidades intelectuales como Ramiro de Maeztu o el dramaturgo Muñoz Seca, fueron apresados o sacados de sus casas bajo el cobijo de la noche para ser posteriormente fusilados contra cualquier tapia, por personajes que supuraban el mismo odio y desprecio por la vida que sus enemigos del otro bando.

Un ejemplo de esta violencia absurda y brutal fue precisamente el fusilamiento de las trece rosas.

Pero, con el objeto de demostrar que la locura se extendió por cada rincón, quisiera mencionar hoy el caso de otras rosas. Estas otras rosas, presentes en el Madrid de las checas y el "¡No pasarán!", solo mantienen leves diferencias con las famosas trece rosas: que eran catorce, que no eran maestras sino religiosas, y que fueron brutalmente torturadas y asesinadas por los milicianos del bando republicano. En tres oleadas, entre julio y noviembre de 1936. Fueron catorce rosas blancas, catorce madres concepcionistas cuyo único delito fue ayudar a los demás y dedicarse a la oración.

Según las fuentes que he consultado, diez de ellas fueron expulsadas de su convento en Las Rozas, que fue confiscado. Se refugiaron en un piso de unos benefactores, hasta que fueron localizadas. En los siguientes meses fueron torturadas diariamente por milicianos, hasta que el día 8 de noviembre de 1936 fueron fusiladas en las cercanías de Madrid. Sus cuerpos nunca fueron encontrados y con ello se perdió... su Memoria.

Otras dos fueron también expulsadas de su convento de El Pardo, igualmente confiscado, el 21 de julio de 1936. Se refugiaron en el hogar de una pareja de ancianos hasta que, el 23 de agosto fueron localizadas y, dos días después, fusiladas en Vicálvaro.

Las dos últimas religiosas tuvieron similar destino; aunque esta vez en la localidad toledana de Escalona. Su convento fue confiscado y, las dos hermanas de mayor edad, apresadas y enviadas a una checa de Madrid, donde fueron torturadas y fusiladas a finales del mes de octubre.

Creo que estas catorce rosas, en lo esencial, no son muy diferentes de las otras trece: mujeres que pasaron por la vida sin hacer daño a nadie, conforme a sus valores y creencias, y que fueron asesinadas por la sinrazón de los violentos que esperaban agazapados la ocasión para dar rienda suelta a su zafiedad. Los nombres de las trece rosas fueron enumerados, como homenaje, en el artículo del Secretario General de la UJCE, por lo que no redundaré en volver a transcribirlos. Permítanme, no obstante, enumerar a las otras catorce rosas, a las hermanas concepcionistas, en también justo homenaje, me imagino que compartido por todos:

- Isabel Lacaba Andía.

- Petra Peirós Benito.

- Asunción Monedero.

- Manuela Prensa Cano.

- Balbina Rodríguez Higuera.

- Beatriz García Villa.

- Ascensión Rodríguez Higuera.

- Juana Ochotorena Arniz.

- Basilia Díaz Recio.

- Clotilde Campos Urdiales.

- Inés Rodriguez Fernández.

- Carmen Rodríguez Fernández.

- María de San José Ytoiz.

- Asunción Pascual Nieto.

Unas y otras, descansen en Paz.

Para terminar estas líneas, tan solo diré que ese péndulo del que he hablado pasó cerca de su centro de gravedad, para intentar quedar en equilibrio, hace casi cuarenta años, cuando solemnemente unos y otros decidieron enterrar las armas y los reproches y hacer lo necesario para que nunca más se repitiera el horror de una guerra entre hermanos. Fueron los tiempos de la ahora tan devaluada Transición y de su principal vacuna contra el odio entre compatriotas: la Constitución de 1978. Ahora parece que ese compromiso entre españoles no es válido para muchos. Es como si todos, paradójicamente las generaciones que vamos quedando más alejadas de la terrible tragedia que supuso una guerra in-civil, supiéramos más del asunto incluso que aquellos que la vivieron en primera persona y que, ante tal atrocidad, decidieron apostar por un "nunca más" por medio de la Constitución de todos. Será que ahora somos más inteligentes, más leídos que nuestros padres y abuelos; tanto que nos atrevemos a apostar por abolir de un plumazo nuestro acuerdo de concordia porque es "antiguo y ambiguo", sin saber muy bien qué norma de convivencia consensuada queremos instaurar en su lugar.

O será que ahora vamos de listos.

P.D. (1): No soy votante del PP; pero aun así pienso que es triste leer una simplificación (de nuevo) tan débil de la historia de un partido político tan democrático como el que más (la izquierda radical, con su superioridad moral impostada, no suele caer en la cuenta de que quien piensa distinto a ella no tiene por qué ser fascista o tonto). Me refiero a la parte del artículo del Secretario General de la UJCE en la que se dice que el PP es AP, que fue un partido fundado por ministros franquistas, y sugiere que eso se refleja en su acción política. El PP tiene sus orígenes en una refundación, y en su seno hay gente de diversas procedencias: liberales, centristas de la antigua UCD, democristianos... Y sí, también gente que luchó contra el franquismo. Y, por cierto, gente que luchó contra el verdadero fascismo de las últimas décadas, el del terrorismo de ETA, con bastante menos tibieza que otros, que se abrazan haciendo arrumacos a ciertos "hombres de paz".

P.D. (2): Hoy leo con estupor cómo en la cuenta oficial de Izquierda Unida en twitter (@iunida) se felicita al comandante Fidel Castro por su 90 cumpleaños, y se arenga con un "¡Viva Cuba libre y socialista!" Gran coherencia la de los que acusan a otros de no denunciar una terrible dictadura; pero luego se felicitan por la supervivencia de otra, igual de cruel. No estaría mal que, para dar ejemplo, estas personas también condenaran públicamente esa dictadura de aquel país hermano.

P.D. (3): Yo no soy historiador aunque me gusta informarme. No sé si Félix Torres fue el "Pol-Pot" de La Mancha o no; pero sobre este personaje también hay algunas cosas que apuntar (ya he dicho que en Valdepeñas, sin estar en el frente, y bajo el mando de este señor, se cometieron múltiples asesinatos y ejecuciones sin ningún tipo de juicio previo). Pero, por no alargar este ladrillo, lo dejaremos para alguna próxima ocasión.

Las Rosas y el Péndulo