viernes. 17.05.2024
OPINIÓN

Siglo y medio de socialdemocracia

Hace algo más de siglo y medio, en medio del desarrollo de la sociedad industrial, nació el socialismo como un reclamo de la dignidad humana, como una defensa ante la crudeza y explotación en el trabajo, como una rebelión ante la exclusión social de la gran mayoría. Pronto se transformó en un proyecto político propio, en un instrumento ideológico para la acción, organizado en torno a partidos políticos y organizaciones sindicales del movimiento obrero. 

socialistas

 

Ahora mismo se empiezan a conmemorar los 150 años de la fundación de los primeros partidos socialdemócratas. Desde entonces, ningún gran avance social experimentado por la humanidad puede ser explicado sin la participación directa o la influencia decisiva de los socialdemócratas. 

Sin los partidos socialdemócratas, no puede entenderse la lucha por la paz, contra la guerra, contra la pena de muerte, ni el fin de la esclavitud; ni el proceso secularizador; ni la dignificación de las condiciones laborales a partir del siglo XIX; ni la expansión de la democracia en el XX; ni la generalización de la instrucción y la educación; ni la conquista del voto por la mujer; ni el proceso de descolonización; ni el reconocimiento de los derechos políticos, primero, y los derechos sociales más tarde; ni la lucha contra los autoritarismos; ni la gran construcción del Estado del Bienestar; ni las transformaciones en los derechos civiles de la última generación, especialmente los de autonomía personal e igualdad.

Ninguna otra corriente ideológica, ningún movimiento político, puede presentar un balance semejante, ni siquiera aproximado. Ninguno ha sido capaz, de mantener siempre una alianza con el progreso, de impulsar desde su fundación la justicia social y defender en todo momento la libertad, el pluralismo y la democracia. 

Los conservadores siempre trabajaron para mantener el statu quo carente de toda justicia social, mantener sin cambio el reparto privilegiado del poseer, del poder y del saber, imponer su moral; los liberales económicos solo se interesaron por el egoísmo del beneficio particular y por evitar la acción pública que corrigiera las desigualdades; el liberalismo político se mostró alérgico a los derechos sociales.
 
El mundo en el que vivimos no sería igual, sino mucho peor sin el poder transformador de la socialdemocracia. El mundo que conocemos ha cambiado extraordinariamente en este siglo y medio. Pero el mundo que tenemos frente a nosotros ha cambiado quizás más profundamente en los últimos veinte años que en los 130 anteriores. Y es en ese mundo nuevo, en constante y acelerada transformación en el que tenemos que actuar. 

Con los mismos valores, pero ante distintos escenarios. Con los mismos principios, pero frente a diferentes retos. Con los mismos propósitos, pero atendiendo nuevas prioridades. Luchando decididamente por preservar lo conseguido en ese largo periodo, pero innovando para ser tan relevantes en el futuro como lo hemos sido hasta ahora. Esta es la realidad que nos ha tocado vivir. Nunca en estos 150 años ha estado tan clara como ahora, la diferencia entre la socialdemocracia y el liberalismo económico. Nunca se han significado tanto, como hoy, conservadores y progresistas.

Siglo y medio de socialdemocracia