Enriquecedor porque contribuye a reflexionar sobre el posicionamiento expuesto, o incluso, a reconocer errores propios. Pero sobre todo, y esto es quizá lo más importante, a detectar discrepancias, porque las posiciones están muy marcadas, o porque en la exposición se ha cometido un error de explicación que ha conducido a una mala interpretación.
He hablado, hablo y hablaré, mucho, sobre el principio de universalidad en la Educación. Universalidad frente a métodos selectivos. En ningún momento, he pretendido orientar la universalidad, a la creencia de considerar el derecho a que todo ciudadano, sea cual sea su perfil y sus méritos personales, llegue a ser médico, o ingeniero. Me he debido explicar muy mal. No defiendo la universalidad como el “derecho” de todos los ciudadanos a ser iguales.
Que pretendamos obtener beneficios para la colectividad, no debe confundirse con las características y los méritos de cada individuo. Estaríamos negando la libertad y los merecimientos de la persona. Cuando hablo de universalidad en la Educación me refiero al derecho, y a la obligación, que tiene todo ciudadano, sea cual sea su perfil o su procedencia de disfrutar de un sistema educativo de calidad. La universalidad debe entenderse, a mi parecer, no como la igualdad de todos los individuos, sino como una igualdad de oportunidades ante el derecho a la Educación.
Si admitimos que la excelencia y la calidad hay que buscarla a través de la universalidad, -los que lo admitan-; si admitimos que es un camino más costoso y más difícil de organizar, procede poner manos a la obra y diseñar, a corto, medio y largo plazo, un modelo con la suficiente calidad que nos proporcione la excelencia en beneficio de la sociedad en que vivimos, y sobre todo para la sociedad que vamos a dejar a los que nos sucedan…. Seguiremos.