Dejo, la serie sobre la nueva campaña en la que los partidos nos han embarcado. Y lo dejo, porque ante algunas encuestas, yo me pregunto: ¿Qué está pasando? Aquí se está produciendo un fenómeno que a los pobres observadores nos viene muy grande. Se nos escapa como algo escurridizo que no alcanzamos a sujetar.
Seguimos. Nos quedamos en que había que concretar la reforma fiscal, con toda claridad, con tramos, con cantidades; que no se quede en buenas intenciones. Y es que en el tema de los impuestos, el PSOE ha caído en la trampa de si subir impuestos o bajar impuestos. Ese no es el debate.
Seguimos. Estábamos en la necesidad de fórmulas socialdemócratas para cambiar el rumbo en el que algunos nos han embarcado. Fórmulas claras y concretas. Es lo que decíamos hace una semana. Por lo que estamos viendo a un mes vista de otras nuevas elecciones es que los partidos, -un tanto irresponsables-, se centran en la polarización de la política. Es la estrategia del frentismo; es la estrategia de presumir vencer al enemigo. Pero claro, estos politiquillos y politicastros (Madariaga) tienen que crearse un enemigo; de lo contrario, ¿cómo lo van a vencer?
Seguimos. Nos habíamos quedado en ideología y actitud del PSOE. El PSOE actual debe pensar que cuando ha sido fiel a la socialdemocracia ha conseguido sobrepasar los once millones de votos. Lo que tiene que hacer ahora es olvidarse de viajes al centro, y dejar bien sentado que acercarse al PP es imposible, -sería suicida-.
Si estamos otra vez de campaña, es porque la anterior edición ha sido un fiasco. Y si seguimos por los mismos derroteros será otro fiasco. No veo, examen de conciencia, ni propósito de la enmienda.
Desde que un grupo de intelectuales y obreros se reunieran un 2 de mayo de 1987, de forma clandestina, en la Taberna Casa Labra, en la Puerta del Sol de Madrid, han pasado 137 años. Preocupados por la desigualdad y explotación que trajo la revolución industrial, fundaron un partido que representara y defendiera las inquietudes de una sociedad maltratada injustamente. El PSOE es algo más que un partido, es una forma de entender la convivencia, es una forma de entender las relaciones entre los distintos sectores de la sociedad.
Sí. Ha sido el fracaso de todos. Pero, ¡ojo! Decir que todos son responsables del fracaso, no es decir que “Todos son iguales”. Nunca se puede decir aquello de: “Todos son iguales”. Generalmente recurren a esta frase los que tienen mucho que esconder, los que tienen mucho de qué avergonzarse, y se refugian en el “Todos son iguales”.
Lo fundamental, lo imprescindible, para que se sostenga cualquier estructura, es dotarla de una cimentación sólida. La estructura que está colocada sobre arenas movedizas se hundirá; tarde o temprano, pero se hundirá; se nos ha hundido. Eso es lo que le ha pasado, lo que le está pasando, a la estructura política y social en la que nos encontramos. Han fallado dos de sus zapatas. Dos apoyos fundamentales que no hemos cuidado, que no hemos solidificado. Yo les llamo, prostitución ideológica y deshonestidad intelectual. Dos debilidades que le afectan, tanto a líderes como a la ciudadanía en general.
Mucho me temo que se está reproduciendo el incomprensible problema que siempre ha aflorado en el seno de la izquierda, desde el siglo XIX. La derecha ha tenido muy claro lo que quiere, y cuando lo ha conseguido, ha sido principalmente porque la izquierda se lo ha propiciado generosamente. Pasó durante la Restauración, en los años del Regeneracionismo, en la República y en la Guerra Civil. Volvió a pasar después de la Transición, y está volviendo precisamente de manos de quienes nos han engatusado con la ensoñación de acabar con la vieja política.
Hay tanto ruido político y mediático, hay tantos cambios de un día para otro, hay tanto postureo y tanto tacticismo, que resulta prácticamente imposible hablar del nuevo gobierno, y mucho menos hacer previsiones. Voy a seguir la sugerencia que hace el escritor Juan José Millás: Encerrarme a pensar en un armario y aislarme del ruido; porque no hay debate, solo hay ruido.
Mucho cinismo, o plagiando a Rafael Hernando, mucho teatrillo. Ahora dice la Agencia Tributaria, dependiente de Montoro, y la Fiscalía General del Estado, dependiente del ministro Catalá, que se van a poner manos a la obra, para investigar las cuentas de los personajes que aparecen en la lista de firmas offshore con sede en Panamá.
Por fin se ha producido la esperada reunión; esperada por el tiempo que ha pasado, y que no debió pasar, y esperada por la falta que hace. Independientemente de los intereses partidistas, legítimos aunque no los compartamos, se trata de un contacto que por responsabilidad política debió haberse producido mucho tiempo antes. No es tiempo de reproches, no se trata de buscar culpables. Solo alegrarnos porque se haya producido, con aparente cambio de actitud y mucho tacticismo del Sr. Iglesias.
Estaba escribiendo sobre una Europa desnortada; una Europa que ha perdido su esencia, cuando…zas, el zarpazo del terrorismo cae sobre ella. Europa se ha convertido en uno de los destinos de la barbarie. El terrorismo yihadista, terrorismo sin sentido, como todos los terrorismos, de nuevo, el azote de Europa. Esta vez en su corazón mismo; en el centro simbólico de sus instituciones. Parece como si fuera la respuesta a la captura del terrorista que faltaba detener de los atentados de París.
Desde muy variados campos del análisis, vienen coincidiendo fuertes corrientes denunciando que la crisis actual es política. Además de una dolosa crisis económica y moral, todo el panorama está tristemente sometido a una enorme crisis política. Ha llegado a unos extremos, que desde ciertos sectores, no es que padezcan de un déficit político, sino que se niegan en redondo a hacer política; han descartado la política de toda actividad, sin darse cuenta de que la política es “la cosa pública”, es lo que dirige todo el conglomerado de los problemas que afectan a la sociedad.
Nunca es tarde si la dicha es buena. Por fin parecen convencidos de que el Gobierno, porque esté en funciones, no puede ir a Europa con una posición que solo comparte el PP. Veremos en qué termina esto. Porque ahora hay que corregir la posición que ya adelantó Rajoy en la Comisión Europea. Su primera intención, y así dejó constancia, fue aliarse con el Partido Popular europeo sin someterse al control de las Cortes españolas. ¡Claro! Acostumbrados al rodillo de la mayoría absoluta.
No todo lo que hemos visto en el debate de investidura ha sido malo, también hubo algo bueno. El discurso de Rajoy, pésimo en el fondo, pero muy bueno en la forma. Una vez más dio muestras de ser un buen parlamentario. Tiene un discurso fácil y elocuente. Pero pésimo en el fondo. Quizá porque no podía ser de otra manera. Un presidente que, como quedó evidente no puede encabezar un nuevo gobierno, en una nueva época. ¡Imposible! Está solo.
Sra. Santamaría: Aceptar la propuesta del Rey y hacer política para intentar formar un Gobierno de cambio en España, ¿es para Vd. una impostura? Quizá su declaración sea mucho más impostura. La vida política en España, en general, y más concretamente, la vida parlamentaria durante los cuatro últimos años se ha definido por el imperio del pensamiento único, el rodillo, y el aislamiento total. Eso sí que ha sido una impostura, que afortunadamente ha pasado a la historia.
No es Ciudadanos el mejor compañero de viaje que yo hubiese preferido. Pero es lo que hay. Desgraciadamente, y por circunstancias en las que no considero oportuno entrar, en este momento, tenemos lo que tenemos. ¿Y qué tenemos?. Una derecha marrada y noqueada totalmente; con sus siete millones de votos, -y todo lo que Vds. quieran-, pero marrada y noqueada por méritos propios.
Porque el sistema que hemos tenido desde la Transición, se ha basado en el bipartidismo y en las mayorías absolutas, la ciudadanía ha dicho: “basta ya”. ¿El bipartidismo y las mayorías absolutas son malas? No. Sencillamente no se han sabido administrar. Es una democracia que dura hasta que el voto se deposita en la urna; y una vez hecho el recuento, “si te he visto no me acuerdo”. El “ganador” se sube a su propio pedestal y proclama a los cuatro vientos aquello de “ahora toca hacer lo que mande mi pensamiento único”, por no decir “lo que me salga de los bemoles”.
La Transición fue un acontecimiento digno de ejemplaridad en todo el mundo. Muy pronto empezó a figurar, y sigue figurando, como ejemplo de un hecho sociopolítico de referencia en los anales de la Historia. Fue el paso, sin traumas, de una dictadura a una democracia; ¡ahí es nada! De ella hemos estado viviendo durante otros cuarenta años. Fue bueno, o al menos no se podía pedir más, en sus orígenes. Pero muy deficiente en su devenir durante estos años que hemos vivido, como si todo fuera al amparo de esa Transición. Hemos vivido cobijados bajo su manto.