Hemos visto esta semana una procesión en la que solo faltaba el palio. Al ex presidente catalán solo le ha faltado presentarse en el juzgado bajo palio. Una procesión organizada “en olor de multitud”, donde no podía faltar la aclamación, en medio del fervor y el entusiasmo de mucha gente. Es el procedimiento al que recurrían ciertos políticos de etapas ya superadas. Pero el Sr. Artur Mas nos las ha recordado tristemente. Creíamos que eso no iba a volver más.
Este mes de febrero se presenta políticamente apasionante. Dos acontecimientos que pueden marcar el devenir de la vida política y social de España. El Partido Popular y Podemos celebran sus congresos respectivos en medio de un ambiente de dudas en todos los terrenos: político, económico y social.
Nunca desde la Transición se ha hablado tanto de la necesidad de un pacto por la Educación. Pero no se alteren, no se preocupen: “No se va a hacer”. Y no se va a hacer, porque la derecha no quiere; lo tienen muy claro, ni pensarlo, ni hablar; no les interesa una sociedad formada para los tiempos actuales; en ningún momento de la historia han querido formar al ciudadano para hacer frente a los problemas que de verdad le afectan.
La aparición de Patxi López en escena abre una rendija de esperanza. Por su historial, su actitud, y su mensaje, parece la mejor baza que tenemos para salir del atolladero en el que nos encontramos. Atolladero ocasionado por habernos apartado de la ideología y de las actitudes que debían definir la socialdemocracia.
Hasta donde alcanzan mis conocimientos, el liberalismo político está basado, entre otras cuestiones, en bajos impuestos, no al intervencionismo, un Estado pequeño, apoyo a la iniciativa privada, y la excelencia en la Educación. Bueno. Es discutible, pero totalmente respetable. A mí, por convencimiento me gusta más el progresismo de la socialdemocracia; pero no me importa debatirlo; y añado más: partiendo del principio de que, no todo es blanco, ni todo negro, ni que todo es bueno, o todo es malo, es posible que compartiera algunos aspectos del liberalismo conservador.
Estaba empeñado en hablar sobre la estrategia del PSOE si quiere recuperar los votos y la iniciativa que tuvo en otro tiempo. Sigo insistiendo en que no me gusta el camino que percibo. Como sigan, entre unos y otros, con el enfrentamiento de Pedristas y Susanistas, el partido quedará roto, el descalabro será descomunal, y la decepción más profunda de la que ya existe. Insisto: tiene que surgir un candidato nuevo capaz de unir, y de insuflar la ideología y la actitud socialistas.
El año que se ha ido, no sé si calificarlo de anodino o de decepcionante. Creo tristemente que ha sido una mezcla de ambas cosas. Es una prueba más de la crisis política que padecemos.
¿Qué tendría que hacer el PSOE? Con esta pregunta terminábamos la semana pasada. Nunca ha vivido el PSOE una situación de provisionalidad como la que está viviendo en estas Navidades. ¿Peor que si estuviéramos de elecciones como propuso Rajoy? No sé qué sería peor. Una magnífica reflexión para Nochebuena
Seguimos. Quedamos en que la culpa no es de los populismos, -que los hay, y más de los que creemos-, quedamos en que la culpa es de quienes no han hecho bien sus deberes, y así pasa lo que pasa. La gente descontenta se agarra a un clavo ardiendo. Y más que vamos a ver si seguimos por el camino de la desigualdad, de la pobreza, de la precariedad. Eso tiene que reventar por alguna parte; saltarán las costuras; y luego a ver quién las arregla, quien las cose.
Seguimos. En otras épocas, cuando el PSOE estaba enganchado a la socialdemocracia, las cosas no estaban como ahora: cuando la socialdemocracia es sincera consigo misma, las cosas funcionan de otra manera. Cuando la ideología y las actitudes eran fieles a esa socialdemocracia, no pasaba lo que está pasando ahora. Sí; lo que está pasando ahora en España y en Europa.
Nos quedamos hablando de lo mal que, -en opinión de algunos, entre los que me cuento-, lo ha hecho el PP, y de las grandes cosas, con sus errores y sus aciertos, que ha hecho el PSOE; y que eso no conduce a nada. Hoy la realidad es que, si el PSOE quiere recuperar la iniciativa de dar solución a las demandas de los ciudadanos, tiene que cambiar el discurso, tiene que cambiar algunas de las actitudes, y tiene que lanzar un mensaje de ilusión y de esperanza, tiene que llegar a los ciudadanos y pegarse a la realidad. ¡Ah! y tiene que tener un líder.
He tenido la tentación de analizar el affaire social y político creado con motivo de la muerte de Rita Barberá. Pero no. Esta tan caliente y tan encabronado, como viene siendo demasiado frecuente en nuestro país, que es mejor aplazar este análisis. Hoy solo declarar el sincero pesar por su fallecimiento. Nada más. Y hecho este obligado preámbulo, entro al tema que tenía pensado con anterioridad.
El populismo consiste en lanzar mensajes que calan fácilmente en un determinado sector de la sociedad, con la clara finalidad demagógica de perjudicar al adversario. Además de estar impregnado de demagogia, tiene una enorme falta de ética; y lo que es peor: está basado en la mentira; extiende de forma muy peligrosa una idea falsa de la realidad. ¡Pero ojo! qué todo no es populismo. También existe la tentación malévola de que cuando se denuncia algo denunciable, por injusto y dañino para la sociedad, lo acusemos de populismo para desviar la atención de una mala política.
- Hombre. Ya llegó. Por fin. Lo que estabas tardando ¿Qué te ha pasao?
- Pues na: que cuando me venía he visto en la tele a ese Tran, y me he esperao.
Felipe González, después de haber sacado a España del atraso económico y social en el que nos había dejado años de desigualdad, de guerras y de dictadura; después de habernos dotado del mayor desarrollo económico y social que jamás hubiera soñado España, después de eso, empezó a deslizarse “hacia la senda del liberalismo”. En ese momento se nos dijo, y algunos nos lo creímos, que era “por pragmatismo”.
No entiendo nada de lo que está pasando; pero aún sumergido en la contradicción, quiero opinar; siento la necesidad de opinar; algo muy dentro me rebela contra la realidad, aunque no la entienda; no puedo esperar al fin de semana para lanzar hacia fuera lo que siento en este fatídico día, 9 de noviembre de 2016; pienso que pasará, debe pasar, como el día más triste de la historia reciente; de nuestra historia porque nos afecta a todos; lo tenemos a la vuelta de la esquina.
Mariano Rajoy, durante más de cuatro años, durante toda una legislatura, ha estado poniendo como razón de sus medidas la herencia recibida de Zapatero. Recibió, según él, “un país al borde de la quiebra”, y gracias al gobierno que ha presidido, “España se ha salvado”. El problema surge ahora, cuando en su segunda legislatura, no por méritos propios, sino por deméritos de los demás, afronta una nueva herencia recibida. Una herencia que no es de Zapatero; es su herencia. Rajoy hereda a Rajoy.
Por fin, y siguiendo la teoría de Max Weber expuesta en su libro “El político y el científico” la ética de la responsabilidad ha vencido a la ética de la convicción. De todas formas el error o más bien la causa de la situación en la que se ha metido el PSOE no es por el dilema de Weber.
Me acordé que estaría en televisión la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Es un acto que siempre me gustó porque me cae muy bien, me levantan el ánimo las gaitas con el “Asturias patria querida” Sí. Siempre me ha gustado. Es un acto que tiene un algo distinto a otros actos; tiene un algo que me emociona, que me saca de la rutina; una rutina a veces cansina, a veces rayando lo insoportable. Y fui a verlo.
No, Sra. Sáenz de Santamaría, no es cosa del pasado, es cosa de rabiosa actualidad. Estamos hablando de si se puede renovar el cargo de presidente del Gobierno de España, a quien ocupó varias carteras ministeriales y hasta la vicepresidencia del Gobierno de Aznar durante los ocho años en los que se cometieron todas las tropelías que está explicando Correa, entre empresas y ministerios del Gobierno Aznar. Se sabe que se financiaron campañas del PP cuando el responsable de campaña era Mariano Rajoy. No me vengan ahora con que esto ya está saldado.