Tampoco el traslado de marido de un sofá a otro, volver a conectar a los niños a la pared para que no den ruido, las cabezas enterradas en las toallas como avestruces, por culpa del móvil, la bata holgada y florida de la más vieja, con olor a naftalina y chanclas de piedrecitas a lo más "lerele", cangrejos made in Merkel, en la orilla de la playa, músculitos tatuados, con pie rencillas de perdiz, acompañados de una cerveza chocha.
Que bien se me da criticar a las masas cuando yo todo eso lo tengo en casa, bueno menos las gambas. Por eso este año me quedo yo conmigo misma, para encontrarme escucharme y pelearme con el espejo.
Para no tener un horario, nadie que me señale donde hay una pelusa bajocamera, estar en bragas todo el día, ser la dueña de la casa como el León en su territorio.
Con la nevera llena y el bolso tiritando, os deseo a todos las vacaciones que más queráis, aunque sean de mentira.
Kuka