jueves. 02.05.2024
KUKA

Capítulo CXIII. El club de las princesas muertas

Jóvenes y bellas, carismáticas y glamurosas, llenas de vida y con don de gentes. Imitadas por el resto de los mortales, todas ellas con una cosa en común, un trágico final. Algunas llegaron a reinas, perdiendo la cabeza por ello. 

princesas kuka1 (Copiar)

 La más actriz de todas, paso de los camerinos a un palacio rodeado de casinos, para dar un aire fresco a un decadente principado. Actriz de fama y belleza grácil, en la plenitud de su carrera artística alejada de las cámaras terminó su vida en una curva.

Otra perseguida por las calles de la ciudad de la luz, por culpa de una foto, o eso dicen, terminó empotrada en una columna.

Manipuladoras de los medios, supieron vender su imagen y ejemplo para el resto de los mortales. Detrás de estos finales empieza la leyenda, conspiraciones y vidas censuradas, actos impropios de una corte, aventuras y jaleos de camas, no solo alimentaron el mito, que si pudiesen las haríamos santas y mártires.

Pero yo especialmente me quedo con una gran Duquesa, que gracias a su madre, cosiéndole todas las joyas en un ajustado corsé, le salvo la vida de las balas sedientas de sangre, revolucionando y escandalizando a medio mundo.

Años después había una loca en un hospital, con modales refinados, y porte delicado, que contaba bonitas historias de tiempos pasados, llenos de bailes, salones de lujo. Una vida muy distinta a la real, llena de sedantes y morfinas.Familias con hambre de herencias multimillonarias, como buitres, acechaban su cama.

Y claro desmontando el mito y adn dudoso, la mandaron a América, sin Corte ni un chavo. Al final de los tiempos un hombre enamorado, le hizo un palacio, sin corte pero con el trato de reina de la casa, amándola y respetándola.

Cuando murió, en el Campo Santo el gentil hombre enamorado, saco de su bolsillo un regalo que le hizo su padre en forma de huevo dorado. Una cajita de música de oro, con una leyenda en su interior, que ponía:

“A mi querida Anastasia, hasta el fin de los días no caminaras sola”.

 

Capítulo CXIII. El club de las princesas muertas