La hemos visto mendigando, poniéndole precio a sus lagrimas y llenando la cesta de pan y vino, decían.
Fregaba los suelos de rodillas como cenicienta, raspaba las paredes de grasa de la cocina y al caer la noche la vieron llorando muerta de miedo, y maja de palos durmiendo en el suelo.
Dicen las lenguas mas bífidas y afiladas, que la vieron andando carretera abajo con la única maleta de su ropa puesta.
Casada y después divorciada, a los seis meses otra vez por el altar. Embarazada y luego abortada. Los hijos adoptados por culpa de una matriz seca como una pasa. Los mismos encerrados en la cárcel por tráfico de drogas, la niña haciendo las rotondas.
Mala vida de pequeña y peor de mayor, con la única verdad guardada dentro de ella. La risa se apodera de ella cuando la miran por la calle y las oye cuchichear.
La rueda vuelve a girar y por mas que yo no me meto en la vida de nadie, la mía parece que cada vez importa mas.
Kuka