viernes. 26.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo LXII. Musas

Bien sabido es que cuando te vienen a visitar, dejas lo que estés haciendo, durmiendo o cualquier otro menester. Está a punto de suceder algo mágico. Crear. Todos los artistas, de todos los ramos conocidos y por descubrir, las tienen. Físicamente, o no, una o varias, pero las musas amigas de todos ellos echan un cable y así poder hacer una nueva obra. Lo peor es cuando las muy divinas, se dan la vuelta y no te ayudan a crear nada, y es cuando te inunda el desasosiego.

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Mi oso cavernario es una de ellas, sólo tengo que mirarlo, observarlo en su hábitat natural, el sofá. Luego hay otras que son como más cool, cuando voy con ellas, las radiografío, me invento todos los defectos del mundo, aunque sean ficticios, y gracias a la envidia que me provocan, la canalizo etorcidamente, y así me inspiro, aunque sea para copiarlas.

Las hay de todos los colores y para todos los gustos. Cuando nos vienen a ver, una gran alegría se apodera de nosotros, y nos ponemos manos a la obra, aunque sea para hacer algo nuevo y romper la rutina diaria.

También las hay a modo de noticias. Las mismas abundan a raudales por estos lares, pues todos los días, al observarlas el cabreo es monumental, y dan paso a la inspiración más oculta de nuestro ser, produciendo unas ganas incontenibles por darle una paliza a alguien.

Las hay a modo de póster, en las cabinas de los camiones. Las mismas inundan los talleres, ya decir que por estas fechas y un poco más adelante, a modo de calendario tendremos una cada mes anunciando algún neumático.

Estas últimas producen un estrés a las esposas menos agraciadas, y suspiros a los señores, por poseerlas en carne y hueso. Lo mejor de todo es que son sólo un trozo de papel.

Cuando mi oso las observa me cabreo, pero luego comprendo que la tortura será mayor cuando se dé cuenta de que la chica del mes de agosto algo acalorada, se quedará pegada en la pared.

Grandes o pequeñas, de cualquier color o forma, una musa o varias nos acompañarán a lo largo de nuestro camino, provocándonos placer o desilusión a cada uno de los mortales.

Y los artistas siempre soñarán con ellas, y si no vienen te las inventas. Una forma de sentirnos menos solos.

Capítulo LXII. Musas