Ya quedaron atrás esos regalos de Reyes suntuosos y caros, donde detrás de cada lazo había alguna ordinariez extremadamente cara.
El verdadero sentido de los Reyes Magos, gracias a la Visa, tenía un color oro y rojo pasión y por él renovábamos nuestro amor otros 365 días.
Ahora toca buscar dentro de cada uno de nosotros para darle otro sentido, más espiritual y como no tiene saldo la Master Card, habrá que ingeniárselas.
Regalos con el corazón, agudizando nuestras cualidades, aunque salgan como la estantería de Hommer Simpson. Para mí el mejor regalo de estos Reyes, sería seguir amando con la misma intensidad otro año más y, el segundo regalo, que me dejéis daros la vara otro tiempecito más.
Desde la Castellana, con más frío que un pollo esperando a las ocas amaestradas, deseándoos unos Reyes felices y carbón para los malos.