lunes. 29.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo VI. Incertidumbre

Observo a mi madre en la cocina ajena a todo lo que pasa a mi alrededor después de hacer un parón en estos días. Todo está revuelto. No es para menos después del tute que le hemos dado a la pobre. Yo me pregunto si en un futuro la cocina de mi madre volverá a ser mía, bueno, de mi propiedad, no sé, pero si la cosa sigue así o mi economía se resiste un poco más tendrá que acogernos.

Tendremos que dejar atrás otra vida para volver a mamar de su teta, si no, no tendremos sustento, y no es para menos.

Tampoco descarto que Paco se tenga que ir a trabajar fuera para traernos el pan, y yo tendré que quitarme del té. De momento, compraré cigarrillos sueltos, pagaré en cómodos plazos en la tienda, y estoy por pedirle a mi madre la máquina de coser.

Y claro, cómo le explica una todo esto a unos hijos que no saben lo que es un ajuste. Se tendrán que poner la ropa que les haga o la tendremos que comprar en chinolandia.

Mi madre me observa y sabia como ella sola, me dice: “Kuka, hija, si tuvieses que nacer en mi época esto para ti sería un camino de rosas. Con mucho menos hacíamos más, sólo que ahora le limpiamos el culo al niño con toallitas desechables, que nos viene la regla, echamos mano del desechable, tenemos 50 pares de zapatos y bolsos a juego, un montón de aparatos para todo y mandos a distancia… ¡ni te cuento!. Antes nosotras lo hacíamos todo, hasta los bolsos. Y ahora ¿qué?, vida cómoda o cómoda esclavitud. Lo esencial de la vida es que por ejemplo estés aquí conmigo al regazo de tu madre, y eso no tiene precio. Si siguiésemos el ritmo de antes ni os acordaríais de que tenéis padres. Y claro, cambiaríamos estos momentos por pasarlos dentro de un centro comercial. Hija mía, ven que te achuche y que me ponga pesada contigo”.

Kuka: Madre ¿tú crees que este sistema se desmorona?

Madre: No sé hija, sólo sé que hay que comer todos los días, que hay que remendar los calcetines, con un poco de lana hacer unas manoplas para el frío y por las tardes buscar leña y hacer una buena candela. ¿No te parece eso más romántico que pasar las tardes tomando el té?

Kuka: ¡Cuánta razón, madre!. Pero me siento atrapada en esto. ¿Mando a la niña a por agua a la fuente?

Madre: No, hazlo tú y que te vea feliz haciéndolo y ella te seguirá detrás.

Imagino a la Carol con la máquina de coser y el Burda y se me escapa una risa. Tendrá que ajustarse también. No podrá divorciarse. Si no, perdería su ritmo de vida. Y la Pura, ¿irá a por leña? Seguro que sí con la esperanza de encontrarse a algún mozo resabiado en mitad del bosque.

Yo solo sé una cosa: que este mes ya estoy a finales con tanto ajuste y que todas las mariantonietas están en la calle. ¿Democracia o Tontocracia?.

Capítulo VI. Incertidumbre