domingo. 05.05.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XXII. Noche de Paz

Después de haber sobrevivido al final de una era, toca una vez más reunirse con la familia en una bonita mesa, alrededor de un gran pavo. Es la noche del perdón, de la alegría y del discurso del Rey.

Rezando para que nadie se sobrepase con el anís y que no me toque al lado de una cuñada pesada. Los chicos corretean por el salón desmontando el árbol y castigando a todos los habitantes del Nacimiento.

Madre saca ese día bonitos manteles y enseres propios de la Navidad. La bandeja del turrón no da abasto para satisfacer a todos los comensales. ¡Bendito congelador!, que gracias a él ha podido ahorrarse un dinerito con el marisco.

Un olor a naftalina invade la estancia, pues los mejores abrigos también están invitados al acto para después lucirlos en la Misa del Gallo.

Esta noche se nos olvidarán las penurias, los informativos solo hablarán de comida y alegría, aunque también meterán alguna cuña sobre gente que no tiene cómo pasarlo tan bien. Bueno, eso creen ellos, pues lo más importante no son los ricos platos que comes esa noche, sino el reencuentro de las almas que en estas fechas nos recuerdan que lo más importante es el amor hacia el prójimo. Y claro, es una vez al año, pero a mí me gustaría que fuese todos los días, una unión fuerte y duradera, quizás así cambiarían las cosas y el mundo a lo mejor sería un poco más justo.

Madre de Kuka: Kuka, el té, que se te va la pinza.

Mañana despertaré de un sueño pues la realidad seguro que será distinta. La casa patas arriba, la bandeja se fue amargada y sin regalos del tío gordo. ¡Y me alegro!, que menudo invento saqueador de cuartos. Si al menos su traje tuviese unos toques amarillos, lo querría más.

Una hora de arreglos y enjoyados para sorprender a todos y mañana mi mejor bata y los pelos como las locas, arrastrándome para recoger todo esto.

Como el título de este capítulo, es lo que yo quiero realmente, y no solo una noche. Toda la vida, aunque suene raro o imposible. Quiero paz, toda la que me deje el cuerpo aguantar y poder transmitirla a todo el mundo.

Bueno, es el momento de las risas, de trinchar el pavo y de que los teléfonos se colapsen con todos los mejores deseos de los mortales. ¡Ojalá todo lo bueno se cumpla!

Feliz resto de nuestras vidas. Vuestra Kuka.

Capítulo XXII. Noche de Paz